Cada vez que escribo sobre paternidad,
ese post es de los más leídos. Quizás es porque no se escribe mucho
sobre el tema (en comparación con temas de maternidad) o quizás porque
apetece mucho oír hablar de lo que sienten los padres, de cómo viven la
gestación, el nacimiento de su hij@ y su crianza… No lo sé. Pero he
querido ahondar sobre la paternidad consciente y en esta ocasión he
querido trasladaros una “especie” de conversación-entrevista con el
psicólogo
Alejandro Busto Castelli (
PSICOLOGÍA CEIBE) a quien tuve el gusto de conocer en persona (virtualmente hacía tiempo que nos conocíamos) en la primera edición de
CRIANZA EN RED en Barcelona, organizado por la editorial
Obstare.
Creo que su punto de vista y sus palabras pueden ser útiles: tanto a
las mujeres como sobretodo, a los hombres-padres, para encajar un poco
más la paternidad dentro de sus vidas, aquel mar de sensaciones y de
emociones no siempre bien digeridas… Espero que os ayude y os guste.
- Alejandro, qué es para ti la
paternidad consciente? En qué momento te diste cuenta de que esto de
la paternidad se podía vivir de una forma muy distinta de cómo te la
habían contado? O mejor dicho… ¿en qué momento te hiciste consciente
de la importancia de ese momento que estabas viviendo?
Bueno, en realidad a mi no me
contaron mucho sobre “la paternidad”, uno intuye cosas básicamente
desde los referentes que ha tenido, los modelos masculinos que le han
rodeado. Desde luego en función de lo vivido a lo largo de mi vida,
mientras no fui padre, era difícil predecir en que tipo de padre me
convertiría. Fíjate como es esto de los apellidos…paternidad
consciente, comprometida, positiva, natural, presente… ¿sabes por qué
le ponemos apellidos? Para diferenciarla de lo habitual, lo cultural o
tradicional. A veces uno tiene la sensación de que se puede ser Padre
con iguales resultados vengas de donde vengas, sea cual sea tu camino
y tu llegada a la paternidad, sepas lo que sepas, seas quien seas,
tengas o no un determinado grado de conciencia del valor que
representa. Y honestamente a mi no me lo parece. Cualquiera y de
cualquier manera puede tener hijos, pero convertirse en Padre, es otra
cosa y desde luego para mi el camino es único. Conciencia clara del
significado de la paternidad en la propia vida, compromiso con la
propia reeducación incluso antes que con la educación del hij@, y
profundo conocimiento del motor emocional que llevamos bajo el capó
racional.
Como te puedes imaginar, estas
tres cosas en mí, han sido y son un proceso, difícil por momentos, un
viaje desde el hijo que fui y soy, al padre que soy y al que quiero
ser.
Me preguntas que ¿Cuándo empiezo a
tomar conciencia? Todos estos procesos se desencadenan tras la
separación de mi primera pareja, y cristalizan al poco de conocer a mi
pareja actual, Olga. Hasta ese momento reconozco no haber sentido ni
necesitado ser padre. Simplemente no me hacía preguntas al respecto,
estaba “dormido” y había comprado un modelo social muy extendido. El
de aún no toca. Cuando el entorno me preguntaba ¿y los niños para
cuándo?…mis respuestas te las imaginas, .-No es el momento, .- cuando
nos estabilicemos, .-queremos vivir un tiempo en pareja…Bla Bla Bla…
La respuesta honesta, que por lo menos yo, fui incapaz de dar: No me
apetece, no siento la necesidad.
Otro tema fue la toma de
conciencia de que mi papel no era un rol cualquiera, y que lo que veía
en conocidos, familia y amigos no me llenaba… Nuestra historia es una historia
compleja y difícil, con años de infertilidad, fracasos en los
tratamientos y hasta un proceso de adopción fallido. Tuvimos que
gestionar mucho dolor, ante las pérdidas y fracasos, lo que en alguna
ocasión Olga y yo, denominamos como abortos burocráticos, con una carga
emocional inesperada y violenta, al sentir intento tras intento, como
se cerraban todas las vías para ser padres.
De pronto me confronté con una
diferente forma de vivir todo esto en relación a Olga y al entorno. El
deseo crecía y crecía y la imposibilidad también. Alguien me dijo en
medio de todo ese proceso que los hombres siempre eran padres
adoptivos con independencia de que sus hijos fueran biológicos o no. Y
allí comenzó todo… porque supe cuando nos quedamos embarazados
inesperadamente y contra la opinión médica, que tendría que construir
el vínculo con él o ella, que nada me ayudaría en esa tarea que no
fuera mi propia voluntad, decisión y trabajo personal.
- ¿La paternidad te ha supuesto una transformación, como muchas mujeres dicen que viven con su maternidad?
Absolutamente y en todos los
órdenes de mi vida. Tuve la fortuna dentro del drama de nuestro primer
parto, que una matrona conocida, sacó a Nicolás del quirófano, quince
minutos después de nacer y me lo dio en brazos, contraviniendo
algunas normas jurásicas del hospital. Cuando le cogí y le miré… dije
bajito: “siento que se me ordena el alma”. Luego lo escribí en unas
líneas que le regalé a Olga.
A partir de que supimos que
estábamos embarazados, el cambio ha sido imparable, es continúo y no
cesa. He crecido más como ser humano en estos seis años, que en toda
mi vida.
- ¿Por qué crees que hay pocos
padres que se atrevan a gritar a los cuatro vientos que lo de la
paternidad es transformador y puede ser tremendamente enriquecedor,
también como hombre?
Desde mi punto de vista, los hombres aún no nos hemos permitido sentir.
La paternidad es profundamente emocional. Si tú ni siquiera puedes
poner nombre a lo que sientes…. ¿cómo vas a digerir y manejar la
paternidad? ¿Qué te queda? Te queda tu cabeza y tus razones. Te queda un
discurso aprendido, te queda el escondite del resto de hombres como
tú, victimas como tú de un modelo de educación. Te queda el fútbol, la
política y tu trabajo. Te queda el “ese tema lo lleva mi mujer”, “la
que se encarga es ella”, “ya sabes madre hay una sola y padres…
jajaja”. Eso te queda. La nada, desde un punto de vista de lo
verdaderamente esencial.
Socialmente estamos castrados
emocionalmente, sin referentes masculinos de ningún tipo, sometidos a
la presión de una sociedad machista, que sigue juzgando moralmente a
las emociones, con carteles de “bien y mal”.
Desde este lugar, es más cómodo
ser uno más de los que engrosan estadísticas y contribuyen a la
“normalidad”. Es también mediocre y probablemente poco satisfactorio,
sin embargo muchos aún no lo saben.
- Cada vez hay más hombres que
asisten a clases preparto, que piden estar EN el parto de sus
mujeres… ¿crees que la evolución es positiva? ¿Es demasiado lenta? ¿Y
qué pasa con la crianza, con los grupos de crianza…? Normalmente
asisten muy pocos hombres…
¡Claro que es positivo! ¡Sin duda!
ahora bien… es lento, lentísimo diría yo, y por otro lado, no tengo
tan claro que se esté dando tanto como creemos o nos gusta creer. Lo
que si parece haber sido un cambio cultural, respecto a nuestros
padres es un tipo de padre moderno, algo más corresponsable o
logístico como me gusta llamarle. Ves muchos padres recogiendo niños
en el cole, incluso más de tres en las reuniones y tutorías. Casi no conozco padres de hoy, que no cambien pañales, o no den biberones si es el caso, les acuesten o les lean un cuento.
Eso una vez nacido el niño o niña
¿y antes?… en mi experiencia, muy pocos en las ecografías, en el
pediatra, en los cursos de preparación. Muy pocos. Si es cierto que
en los partos, parece haberse normalizado la presencia del hombre.
Ahora yo suelo decir, que cantidad no es calidad. Sé de muchos que de
haber elegido en libertad, sin presiones de ningún tipo no hubieran
entrado al parto. ¿Es positivo que un hombre asista al parto de su
bebé porque es lo que toca? ¿Es esto positivo para la madre y el bebé?
Yo creo que no, es más defiendo que desde la honestidad emocional, un
hombre que no quiere estar en el parto, no lo haga. Que tenga la
valentía de pagar el precio que sea por su decisión. Así que vuelvo a
lo de antes, conexión emocional, claridad de rol y a partir de ahí,
igual todo es más sencillo. Un hombre a punto de convertirse en padre,
con el deseo a flor de piel, y segregando oxitocina, con la claridad
de estar ante un momento único en su vida…. ese hombre tiene que
estar, junto a su pareja y su bebé.
A los grupos de crianza asisten
pocos hombres básicamente porque muchas veces están concebidos como
círculos de mujeres. Lo cual es fácil de entender. Nuestras parejas se
han hastiado de esperarnos. Unas están cansadas de esperar a ver si
nos quitamos el disfraz de Peter pan y otras ya se han dado cuenta de
que el disfraz se convirtió en piel. Mientras nosotros nos decidimos a
ser hombres de verdad, ellas articulan la tribu, comparten, se
refuerzan y crecen. Fíjate que lógicamente hasta las profesionales que
los dirigen son mujeres y como alguna de ellas me ha compartido,
resulta difícil hablarle a un hombre desde la visión de la mujer. Se
hace lo que se puede y los pocos que van como dices tú, muchos ya son
parte de esta causa y por eso están ahí. Te acuerdas en Barcelona,
fuimos cuatro padres… y durante mi ponencia solo me escucho uno, uno
tan marciano como yo
Te adelanto que junto a Ramón Soler de Mente libre,
psicólogo, estamos dando muchas vueltas, y proyectando algo similar a
un círculo de hombres. Un lugar donde podamos tomar conciencia de
nuestras emociones y vomitar lo que sentimos y seguir de forma paralela
un proceso similar al de las madres. Quien sabe si finalmente
conseguimos que los grupos de madres y estos posibles de padres se
conviertan en círculos de familias. Ojala.
- Me he encontrado con
bastantes padres que con el nacimiento de sus hij@s viven como un
éxtasis que se convierte en frustración cuando se dan cuenta que el
bebé sólo quiere a mamá. ¿Qué les dirías a los que creen que su hij@
no se va a vincular a ellos, a los que creen que la lactancia materna
es un obstáculo entre ellos y sus hij@s?
Tienes razón, el papá que idealiza
su implicación creyendo que simplemente por estar y manejarse de
forma diferente a otros padres, va a conseguir un vínculo similar al
que consigue la madre. Una necesidad de resultado inmediato que
refuerce sus actitudes. Pienso que en el fondo el problema es que en
este terreno tenemos un profundo agujero de autoestima, por las
razones que te comentaba antes. Así que si yo cambio el paradigma
voluntariamente y fui a las ecos, y te tocaba la barriga, le cantaba
nanas al ombligo, estuve en el parto, le porteo y le duermo…. ¿cómo
que él o ella te elige a ti?
Creo que si somos honestos, todos
los papás que estamos apostando por nuestra presencia desde el
predictor, hemos tenido momentos emocionales duros como este que tu
comentas. Y entonces volvemos a nuestra reeducación emocional. Si no
hemos hecho un buen trabajo, la frustración, envidia, celos ponle tu
el nombre, nos lleva por delante, momento peligroso donde algunos
volverán a la caverna y otros llorarán, lo compartirán con su pareja, y
comprenderán que la paternidad es una carrera de fondo, que
construimos vínculo toda la vida y que el vínculo seguro y confiado
con su madre no es una mala noticia sino la mejor noticia que podemos
recibir.
Cuando me preguntabas por el tema de la lactancia como obstáculo, recordaba una anécdota de un examigo ,
su discurso decía que el quería, pero que ella no le dejaba, que él
haría mas cosas, pero que la teta la tenía ella y que el niño solo
quería teta, ¿Qué puedo hacer yo? Reclamaba… un niño en cuerpo de
hombre, que nunca quiso dejar de ser hijo. Está muy hablado y
contrastado el papel del hombre como soporte emocional de su pareja a
todos los niveles durante la lactancia, con mucha más razón además en el
caso de lactancias prolongadas, donde la sociedad empieza a opinar y a
juzgar.
Y te hablo de lo más sencillo como
conocer la técnica como si las tetas fueran tuyas, para apoyar o
ayudar en los comienzos o convertirte en el parapeto de las agresiones
de otras mujeres y hombres que juegan a convertirse en jueces de lo
correcto, hasta la enorme dificultad de por ejemplo apoyar en un
destete prematuro o elegido, donde la mezcla entre hormonas,
neurotransmisores y creencias puede dejar a tu pareja sin recursos.
Así que cuando un hombre duda del
tipo de rol que está jugando y siente que la teta es un obstáculo… el
sistema le está esperando con una gran noticia. No lactar y dar el
biberón permite al padre ser parte de esta historia. La reviste un
poco de igualdad, un poco de modernidad y ya tenemos una ruta de huída
para el padre angustiado por su papel.
- Muchas veces has dicho que
tú eras un “perro verde” por sentirte muy distinto a la “mayoría” de
los hombres de tu entorno… ¿En qué sentido? ¿Está mal vista la
paternidad consciente?
Algo ya he apuntado en las
preguntas anteriores, fíjate que como hombre yo también disfruto de
una tertulia deportiva, me he apasionado por que lo he jugado y
entrenado con el fútbol y me apasionan ciertas ruedas de cafetería muy
masculinas, pero también me hubiera gustado compartir sobre nuestros
embarazos, sobre nuestras rupturas y separaciones, nuestros dolores y
fracasos…. y hasta ahí no he conseguido grandes éxitos. Así que te ves
cambiándote de mesa en el café. Te vas a las de las madres de tu
empresa y ellas te entienden, comparten y te ves hablando un lenguaje
similar, no niego que muchas mujeres de mi entorno se sorprendían,
pero me aceptaban….ellos reían, les gustaba llamarme “la mamá”
Sin embargo yo no diría que esta
mal visto, o por lo menos no más que todo aquello que es diferente a
lo establecido. No más que a cualquiera que quiera jugar fuera del
sistema. Cualquier ser humano que hace o dice cosas contraculturales,
parece ser peligroso. Es sencillo, en esta historia de la perpetuación
de la cultura, o contribuyes a mantener el status quo o eres de los
que lucha por cambiarla.
En lo que tiene que ver con el
papel del padre consciente, mi sensación es que lo que hay es miedo.
Suelo identificar dos tipos de miedo en los hombres que me rodean. Un
miedo muy fácilmente detectable que tiene que ver con el modelo
elegido ¿Se podría haber hecho de otra forma? ¿Hubiera sido mejor para
mis hijos una mayor conciencia y presencia?…me parece una reflexión
relativamente sencilla de hacerse. Un discurso como el que hacemos
algunos de nosotros va buscando provocar esta reflexión.
El otro miedo es menos consciente,
quizá incluso irreconocible. ¿A quién defendemos cuando defendemos
ciertos tipos de crianza dominante y poco respetuosa? ¿A quién o
quienes dejamos en buen lugar? cuando repetimos un patrón de crianza
sin cuestionamiento alguno. Este es para mí el problema.
Yo puedo decir con orgullo después
de haber tenido mis más y mis menos con mi padre, que cuestionarle,
incluso reprobar a calzón quitado ciertas cosas de nuestra educación,
nos ha servido para tener a día de hoy una relación, limpia,
transparente y honesta. Sé que él respeta profundamente mi forma de
criar a mis hijos y a mí me ha permitido admirar sus fortalezas y su
capacidad, con los ojos bien abiertos, sin rencores, y sin miedos
ocultos.
- ¿En qué momento crees que
los hombres perdisteis vuestro “empoderamiento” también en este
aspecto de la paternidad consciente? ¿Crees que hay algún interés
escondido para que no veáis como vuestro un tema que también lo es?
Es como la continuación de la
respuesta anterior… No sé cuando dejamos de estar empoderados, porque
no sé si alguna vez el hombre lo estuvo. Salimos a cazar un día y
algunos no han vuelto. Cuando digo que la revolución masculina ahora
pasa por que el hombre vuelva a “casa”, se me acusa de neomachista,
derechón y otras lindezas. Tengo la absoluta claridad de que un hombre
comprometido con su pareja y con la educación de sus hijos en
libertad, sin castrarles, sin anulares, potenciando su toma de
decisión, enseñándoles desde bebes a entender y a gestionar sus
emociones, es un hombre peligroso. Básicamente porque propone un modelo
social diferente para el futuro, donde esta cosa todavía post
revolución industrial que tenemos, se tambalearía.
Los adultos que conozco cada día
en mis cursos, talleres o terapia, están conmigo hoy, entre otras
cosas porque cuando lo tenían todo a su favor, el sistema les
convirtió en un número. Les robó su capacidad de sentir, de decidir,
de ser creativos, de opinar, de tener su propia luz y criterio. Y lo
hizo utilizando de brazo ejecutor a los padres, victimas y culpables,
según la hora del día, y según las ganas que tengan de dar la batalla.
Por cierto con la complicidad de profesionales de la medicina,
filosofía y psicología que le regalaron al sistema bonitos recetarios
para todo. Para criar, para dirigir, para enamorarse, para ser. Esta
fue la propuesta. Usted aplique recetas sin sentir ni pensar, otros ya
lo hemos hecho por usted. Y de paso, ya que no piensa ni siente,
tampoco opine.
Creo fervientemente en la
posibilidad de un mundo distinto, más solidario, comprometido,
integrado, respetuoso con todas las formas de vida, justo e
igualitario, y creo que esa revolución empieza en casa, en cada uno de
nosotros y en la forma en que criamos a nuestros hijos. Lo cierto es
que algunos hombres padres aportan muy poco a este cambio de paradigma
por lo ocupados que están en mantener el sistema actual. La pregunta
es ¿ellos saben de qué lado juegan?, honestamente creo que no.
Gracias, Alejandro, por tus palabras y tu sinceridad.