Un crimen entre chicas con patrones masculinos. Eso es lo que ha ocurrido en Seseña (Toledo), si se hace caso de la interpretación que hacen del suceso –con los datos conocidos hasta ahora– diferentes expertas en conductas violentas entre menores. Cristina Martín tenía 13 años. Su presunta asesina acaba de cumplir los 14. Las dos parece ser que se citaron en un lugar apartado para pasar cuentas. Hubo una pelea y Cristina se llevó la peor parte. El cuerpo sin vida de la chica apareció el pasado sábado en el fondo de un foso. Tuvo, según las primeras hipótesis, una muerte cruel. Se presume que Cristina, que tenía un profundo corte en la muñeca, murió desangrada sin que nadie oyera sus gritos de auxilio.
Fue una pelea entre chicas, pero todos los patrones –sus motivos, escenario elegido, violencia empleada...– son impropios del mundo adolescente femenino. Así lo interpreta, al menos, Inmaculada Martín Montolí, pedagoga, profesora de la Universidad de Valencia y experta en conductas delictivas entre menores. "De la imagen de la mujer que mataba al hombre con veneno, hemos pasado a historias de adolescentes que se citan para luchar cuerpo a cuerpo", afirma esta profesora. Ese era, hasta hace muy poco, un comportamiento que parecía reservado al mundo masculino, afirma Inmaculada Martín. "Hemos llegado hasta aquí –añade– porque por primera vez chicos y chicas se identifican con unos mismos valores. Les gustan los mismos juegos de ordenador, comparten modas y estéticas y han aprendido, además, juntos, que la violencia otorga poder". Elena de Marianas, psicóloga de Madrid y experta también en conductas delictivas, comparte esa teoría y, por lo tanto, no muestra extrañeza en el hecho de que en el crimen de la menor de Seseña se hayan copiado patrones masculinos. Al final todo se resume en "recurrir a la violencia para resolver conflictos", indica.
"Hace veinte o treinta años –añade Elena de Marianas– era muy raro que dos chicas se citasen en un lugar apartado para resolver a tortazos sus diferencias". Eso es lo que parece que ocurrió en el caso de Cristina. Las dos menores quedaron en una yesera abandonada, donde se presume pasó todo. Pero el dato que más puede sorprender en este suceso, si se confirman los detalles conocidos hasta la fecha, es la crueldad empleada por la supuesta homicida. La autopsia habría revelado que Cristina presentaba fuertes golpes en la cabeza, aunque no murió por esas lesiones. La chica se desangró después de ser arrojada al foso. Tenía un corte en una muñeca y el juez deberá determinar ahora si esa herida se la provocó la otra menor, cuando Cristina estaba inconsciente por los golpes, o pudo ser causada durante la pelea. Si se confirma la primera hipótesis, los investigadores se encontrarán ante un caso cruel como pocos. Y es que los primeros indicios apuntan a que Cristina intentó taparse con pañuelos el corte de la muñeca después de ser tirada al fondo de esa fosa sin ninguna posibilidad de salir de ese agujero.
¿Puede ser tan cruel una adolescente? Elena de Marianas afirma que una conducta como esta en edades tan tempranas podría interpretarse, en la persona que la practica, como una manera de buscar "el poder y la dominación" sobre la otra persona. Y aquí ya son iguales las chicas que los chicos. Inmaculada Martín indica, por su parte, que nunca hay que olvidar que "la agresividad se hereda, mientras que la violencia se aprende". Y en los casos de menores, la falta de mecanismos para controlar esa agresividad es lo que les hace más vulnerables a escalar en determinados modelos violentos.
Otra duda que deberá despejar la investigación del crimen de Seseña se refiere al móvil. Y hay varias hipótesis. Una sitúa a las dos menores en bandos muy diferentes, con una rivalidad manifiesta entre ellas. No compartían ni estética ni amigos. Con la información conocida hasta ahora no hay elementos para hablar de bandas, aunque tampoco sorprendería esa circunstancia, ya que en los últimos años han aumentado las bandas formadas por chicas, que imitan lo que hacen sus compañeros varones.
La Guardia Civil también investiga, en el caso de Cristina, si en la yesera donde ambas quedaron había durante la pelea amigas de su supuesta asesina. Esta circunstancia tampoco sería extraña, pues son ya varios los casos conocidos de chicas que se citan para peleas o acuerdan dar palizas a compañeras que les caen mal –otra imitación de lo que hacen sus amigos varones– y las graban en sus teléfonos móviles.
La segunda hipótesis sobre el móvil apunta a una discusión entre las dos menores por un tema amoroso. Si se confirmara esta sospecha, el caso se podría comparar con el crimen de Maores, la menor de Ripollet asesinada a golpes por dos compañeros de clase. El único delito de la chica, que aún no había cumplido los 15 años, fue, al parecer, enamorarse de uno de sus asesinos. Colgó en internet una foto en la que ambos estaban juntos y eso irritó al menor homicida, que a la hora de resolver esta situación sólo supo recurrir a la violencia.
Estos episodios son la muestra, indica Elena de Marianas, de que a esos adolescentes "les faltan mecanismos para soportar la frustración o el fracaso". Esta psicóloga critica que ahí falla la educación y también toda la sociedad. "Somos hedonistas y sólo nos preocupa que todo salga bien", añade la psicóloga. La violencia aflora, por lo tanto, por esa incapacidad a la hora de superar las frustraciones.
Blanca Vázquez, psicóloga clínica, médica forense de Madrid, considera que el entorno social tiene también parte de culpa en la creación de esos adolescentes violentos, que pueden acabar convertidos en auténticos monstruos. "Vivimos en un ambiente donde la violencia cada vez está más consentida y muchas veces fallan todos los controles", añade Blanca Vázquez. Esta psicóloga no cree que ahora los menores sean más violentos que años atrás. "Lo que pasa es que los casos graves se visualizan mucho más", indica. Pero sí afirma que lo que en la actualidad hay más probabilidades de fomentar ese tipo de conductas, "por esa permisividad en modelos que fomentan la violencia".
En el caso de Seseña hay otro detalle sorprendente, como es la frialdad de la menor acusada del crimen y la falta de arrepentimiento. Elena de Marianas asegura que para que una niña se cubra en una coraza como esta "antes alguien ha tenido que matar su sensibilidad". El dolor de la familia. Los padres y el hermano mayor de Cristina Martín de la Sierra, la chica de 13 años que apareció muerta en Seseña el sábado tras estar cuatro días desaparecida, a la llegada el lunes a la iglesia donde se ofició el funeral.
Fuente: http://www.lavanguardia.es/ciudadanos/noticias/20100407/53901495045/el-crimen-de-sesena-revela-que-la-violencia-adolescente-ya-no-tiene-sexo.html
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