EN FEMENINO La mujer continúa arrastrando temores y roles del pasado que dificultan su trayectoria profesional.
PAULA ARENAS 20 MINUTOS
Ser líder conlleva rechazo, y ahí está la cuenta pendiente de muchas mujeres. El cambio empieza con apaciguar este temor. La estrategia de lo que nos han enseñado durante siglos no funciona en el camino hacia el liderazgo. «Salimos al mundo con el rabo entre las piernas», señala la profesora del posgrado Liderazgo femenino Carmen García Ribas, «y éste no es un buen comienzo para el camino al liderazgo». Un liderazgo que no alude a una jefatura, sino a liderar la propia vida profesional. Carmen García Ribas no teme identificar el problema de la mujer en la actualidad: «Vivimos en el siglo XXI con parte de los roles con que vivían nuestras abuelas, y esto está haciendo amuchas mujeres no saber cómodirigir su camino». Es decir: el miedo al rechazo nos hace muchas veces confundir la meta. «Queremos ser lomás parecido a una marca blanca, por miedo a que si somos un producto bien diferenciado haya muchos que no nos quieran».Nos han educado así, insiste en la obra que acaba de publicar, Miedo a ser, para agradar y ser buenas, pero podemos cambiarlo, ésa es la parte positiva y el mensaje de esta especialista. Miedos e imposturas Según l a obra Miedo a ser, son tres las imposturas tras las que habitualmente muchas mujeres se refugian en su trabajo. La impostura en la mediocridad es una de ellas, y es aquella en la que nos situamos en la no diferenciación, porque así evitamos el rechazo que conlleva salirse de la zona gris. La impostura en la feminidad hace a muchas mujeres ser como creen que los hombres quieren que sea una mujer en el trabajo. La impostura en lo masculino consiste en comportarse profesionalmente como los hombres creen que hade ser la igualdad. Y esa igualdad, señala Carmen García Ribas, «es abominable». Cita como ejemplo ilustrativo cuando la mujer ingresó en los cuerpos de Seguridad del Estado y los uniformes que les dieron tenían el mismo cortequelos de los hombres. «Todos sabemos que la ropa no nos sienta igual, y así iban las mujeres, con zapatones y pantalones que no encajaban en sus cuerpos».
Estrategias
En primer lugar hay que identificar el temoral rechazo.Una vez reconocido, es el momento de cambiar la conducta. En concreto, la destinada a complacer a todos. Después, buscaremos los entornos adecuados para dejar de ser una «marca blanca» y crecer como producto diferenciado. Aquí será vital la forma en que comunicamos: hay que dejar de hablar bajito y con miedo. Cómo comunicamost ransmite nuestro poder. Porque, según García Ribas, la clave es autorizarnos a tenerlo, porque «somos nosotras las que nos estamos colocando con falta de poder, así que seremos nosotras las que invirtamos este punto de partida».
Ser líder conlleva rechazo, y ahí está la cuenta pendiente de muchas mujeres. El cambio empieza con apaciguar este temor. La estrategia de lo que nos han enseñado durante siglos no funciona en el camino hacia el liderazgo. «Salimos al mundo con el rabo entre las piernas», señala la profesora del posgrado Liderazgo femenino Carmen García Ribas, «y éste no es un buen comienzo para el camino al liderazgo». Un liderazgo que no alude a una jefatura, sino a liderar la propia vida profesional. Carmen García Ribas no teme identificar el problema de la mujer en la actualidad: «Vivimos en el siglo XXI con parte de los roles con que vivían nuestras abuelas, y esto está haciendo amuchas mujeres no saber cómodirigir su camino». Es decir: el miedo al rechazo nos hace muchas veces confundir la meta. «Queremos ser lomás parecido a una marca blanca, por miedo a que si somos un producto bien diferenciado haya muchos que no nos quieran».Nos han educado así, insiste en la obra que acaba de publicar, Miedo a ser, para agradar y ser buenas, pero podemos cambiarlo, ésa es la parte positiva y el mensaje de esta especialista. Miedos e imposturas Según l a obra Miedo a ser, son tres las imposturas tras las que habitualmente muchas mujeres se refugian en su trabajo. La impostura en la mediocridad es una de ellas, y es aquella en la que nos situamos en la no diferenciación, porque así evitamos el rechazo que conlleva salirse de la zona gris. La impostura en la feminidad hace a muchas mujeres ser como creen que los hombres quieren que sea una mujer en el trabajo. La impostura en lo masculino consiste en comportarse profesionalmente como los hombres creen que hade ser la igualdad. Y esa igualdad, señala Carmen García Ribas, «es abominable». Cita como ejemplo ilustrativo cuando la mujer ingresó en los cuerpos de Seguridad del Estado y los uniformes que les dieron tenían el mismo cortequelos de los hombres. «Todos sabemos que la ropa no nos sienta igual, y así iban las mujeres, con zapatones y pantalones que no encajaban en sus cuerpos».
Estrategias
En primer lugar hay que identificar el temoral rechazo.Una vez reconocido, es el momento de cambiar la conducta. En concreto, la destinada a complacer a todos. Después, buscaremos los entornos adecuados para dejar de ser una «marca blanca» y crecer como producto diferenciado. Aquí será vital la forma en que comunicamos: hay que dejar de hablar bajito y con miedo. Cómo comunicamost ransmite nuestro poder. Porque, según García Ribas, la clave es autorizarnos a tenerlo, porque «somos nosotras las que nos estamos colocando con falta de poder, así que seremos nosotras las que invirtamos este punto de partida».
4 preguntas a Carmen García Ribas
PROFESORADE LIDERAZGO FEMENINO YCOMUNICACIÓN
PROFESORADE LIDERAZGO FEMENINO YCOMUNICACIÓN
- ¿Somos nosotras las que nos impedimos liderar? Sí, porque no nos autorizamos a liderar. Estamos acostumbradas a situarnos en la sumisión, porque en el pasado necesitábamos la protección masculina. Y esto ha quedado arraigado. Pero ese modelo de sumisión es justo el del antiliderazgo.
- ¿No hemos mejorado? Al contrario, estamos empeorando. La mujer tiene más valores que nunca, y en vez de emplearlos como valores de mercado, los usa para dar más servicio. Ahora la mujer es mejor esclava.
- Pero hay más igualdad... La igualdad es abominable. «Como tú y yo somos iguales», dice un hombre, «yo soy como soy y tú eres como yo quiera que seas».
- ¿En qué se nota que una mujer no teme el liderazgo? En la voz, lo primero y en que es capaz de respirar y sonreír. Ésa es la clave, porque cuando tienes miedo no respiras con calma. Y hay que afrontar el trabajo con serenidad. Hay que terminar con la actitud: «Es lo que me ha tocado».
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