En España no existe un registro unificado sobre maltrato infantil, pero los datos de las comunidades autónomas indican que entre un 15% y un 18,5% de los menores ha sido víctima de ellos. El más frecuente es la negligencia –falta de atención y cuidados–, que suma el 50% de los casos. Le siguen el maltrato psíquico (27%), el físico (11%) y el sexual (6%). Podrían ser más. Se estima que por cada caso de maltrato detectado, otros siete pasan desapercibidos. "Esta proporción esta cambiando porque hemos mejorado las técnicas de detección, pero está claro que lo que vemos es sólo la punta del iceberg", advierte Jordi Pou, jefe de pediatría y urgencias del hospital Sant Joan de Déu y autor de la guía del curso mencionado.
Según Pou, los malos tratos infantiles se han convertido en un "importante y emergente" problema de salud. No porque los adultos de hoy en día sean más crueles que antaño, sino porque el concepto de infancia y de derechos del niño ha evolucionado. Antes dejar a un bebé una semana con el mismo pañal –otra situación real– no se consideraba maltrato por negligencia. Hoy sí. Pou recuerda que hasta el siglo IV ni la ley ni la opinión pública rechazaban el infanticidio. Históricamente, la familia tenía total potestad sobre el menor. La situación empezó a cambiar partir del siglo XIX y en 1989 la ONUaprobó la declaración de Derechos de los Niños, que España ratificó un año más tarde. Hasta llegar a la actualidad.
"El pediatra es uno de los profesionales, por no decir el profesional, mejor situado para intervenir en el maltrato infantil", señala Pou. Pero estos profesionales se sienten muchas veces sin los recursos necesarios para detectarlos y afrontarlos. Por eso reclaman una mejor formación y apoyo. Sobre todo en primaria. "A los hospitales llegan los casos más flagrantes, pero en la atención primaria vemos posibles negligencias y es difícil discernir si se trata de un maltrato o no, ¿dónde está el límite?", se pregunta Dopazo. Y a los límites difusos se añaden los sentimientos. "Cuando conoces a los padres, cuando les pones cara y ojos, es difícil llegar a pensar que son capaces de maltratar a su hijo", continúa. "Hay que ser lo más objetivo y observador posible, pero no sólo el pediatra, todos debemos llevar la bombilla encendida", tercia el enfermero que trabaja junto a ella, Juan Manuel Leyva.
Las fronteras de las que habla Dopazo preocupan a muchos compañeros. Temen ver fantasmas donde no los hay y dañar a una familia. Uno de los pediatras reunidos el miércoles expone un caso: a la consulta de primaria llega una niña de origen chino con su profesora. Tiene el cuerpo lleno de moratones y la docente piensa que sus padres le han dado una paliza. Tras una investigación, descubren que sus padres le han aplicado ventosas para curar una enfermedad, una técnica de la medicina tradicional china que provoca esos efectos secundarios. "¿Podría considerarse maltrato físico?", se preguntan.
A la dificultad del diagnóstico se añade las importantes consecuencias sociales y judiciales que tienen sus diagnósticos, por eso, pediatras como Dopazo piden un protocolo más exhaustivo en la atención primaria y un aval legal que respalde al pediatra en temas tan espinosos como este. Precisamente en el ambulatorio Vila Olímpica trabajan en un protocolo propio de actuación antes estos casos. La Generalitat ya tiene activo uno, "pero es muy general", afirmaban los pediatras reunidos el martes. "Una cosa es la teoría y otra la práctica, cuando te encuentras en una situación así los protocolos son una mera guía, actuar ante un posible maltrato no es tan fácil como parece", incide Pou. Otra vez la formación específica al respecto aparece como una de las soluciones para los médicos infantiles.
Ruggeri explica que durante el 2009 su hospital atendió 100.000 urgencias. Entre ellas, sólo se identificó un caso de maltrato. "Es posible que se nos pasara por alto alguno, si no te planteas como una posibilidad el maltrato nunca lo podrás llegar a diagnosticar", dice. No se trata de convertirse en inquisidores que ven maltratos "por todas partes", sigue Pou, "pero para descartar primero hay que sospechar". Precisamente el martes, Pou acudía como testigo a un juicio por un caso de presunto abuso sexual. Los médicos detectaron el caso hace seis años y hasta hace dos días no se celebró la vista. Además de la atención pediátrica, los servicios sociales y la ley también precisan una puesta a punto.
Según Pou, los malos tratos infantiles se han convertido en un "importante y emergente" problema de salud. No porque los adultos de hoy en día sean más crueles que antaño, sino porque el concepto de infancia y de derechos del niño ha evolucionado. Antes dejar a un bebé una semana con el mismo pañal –otra situación real– no se consideraba maltrato por negligencia. Hoy sí. Pou recuerda que hasta el siglo IV ni la ley ni la opinión pública rechazaban el infanticidio. Históricamente, la familia tenía total potestad sobre el menor. La situación empezó a cambiar partir del siglo XIX y en 1989 la ONUaprobó la declaración de Derechos de los Niños, que España ratificó un año más tarde. Hasta llegar a la actualidad.
"El pediatra es uno de los profesionales, por no decir el profesional, mejor situado para intervenir en el maltrato infantil", señala Pou. Pero estos profesionales se sienten muchas veces sin los recursos necesarios para detectarlos y afrontarlos. Por eso reclaman una mejor formación y apoyo. Sobre todo en primaria. "A los hospitales llegan los casos más flagrantes, pero en la atención primaria vemos posibles negligencias y es difícil discernir si se trata de un maltrato o no, ¿dónde está el límite?", se pregunta Dopazo. Y a los límites difusos se añaden los sentimientos. "Cuando conoces a los padres, cuando les pones cara y ojos, es difícil llegar a pensar que son capaces de maltratar a su hijo", continúa. "Hay que ser lo más objetivo y observador posible, pero no sólo el pediatra, todos debemos llevar la bombilla encendida", tercia el enfermero que trabaja junto a ella, Juan Manuel Leyva.
Las fronteras de las que habla Dopazo preocupan a muchos compañeros. Temen ver fantasmas donde no los hay y dañar a una familia. Uno de los pediatras reunidos el miércoles expone un caso: a la consulta de primaria llega una niña de origen chino con su profesora. Tiene el cuerpo lleno de moratones y la docente piensa que sus padres le han dado una paliza. Tras una investigación, descubren que sus padres le han aplicado ventosas para curar una enfermedad, una técnica de la medicina tradicional china que provoca esos efectos secundarios. "¿Podría considerarse maltrato físico?", se preguntan.
A la dificultad del diagnóstico se añade las importantes consecuencias sociales y judiciales que tienen sus diagnósticos, por eso, pediatras como Dopazo piden un protocolo más exhaustivo en la atención primaria y un aval legal que respalde al pediatra en temas tan espinosos como este. Precisamente en el ambulatorio Vila Olímpica trabajan en un protocolo propio de actuación antes estos casos. La Generalitat ya tiene activo uno, "pero es muy general", afirmaban los pediatras reunidos el martes. "Una cosa es la teoría y otra la práctica, cuando te encuentras en una situación así los protocolos son una mera guía, actuar ante un posible maltrato no es tan fácil como parece", incide Pou. Otra vez la formación específica al respecto aparece como una de las soluciones para los médicos infantiles.
Ruggeri explica que durante el 2009 su hospital atendió 100.000 urgencias. Entre ellas, sólo se identificó un caso de maltrato. "Es posible que se nos pasara por alto alguno, si no te planteas como una posibilidad el maltrato nunca lo podrás llegar a diagnosticar", dice. No se trata de convertirse en inquisidores que ven maltratos "por todas partes", sigue Pou, "pero para descartar primero hay que sospechar". Precisamente el martes, Pou acudía como testigo a un juicio por un caso de presunto abuso sexual. Los médicos detectaron el caso hace seis años y hasta hace dos días no se celebró la vista. Además de la atención pediátrica, los servicios sociales y la ley también precisan una puesta a punto.
Indicadores potenciales
Jordi Pou, uno de los máximos especialistas en maltrato infantil de España, indica en su guía que cada forma de maltrato tiene síntomas propios, aunque existen una serie de conductas que se repiten. Además de observarlas, recomienda recordar que el maltrato no entiende de condición social ni cultural. Hasta octubre, el 10% de los pediatras españoles participará en el curso que el martes se celebró en Barcelona, avalado por la Sociedad de Pediatría Social y patrocinado por Ferrer. Entre los principales indicadores que pueden estar detrás del maltrato destacan:
EN EL NIÑO
Señales físicas repetidas (morados, magulladuras o quemaduras).
Falta de higiene o ropa inadecuada para la época del año.
Cansancio o apatía permanente.
Cambio significativo en la conducta escolar sin motivo aparente.
Conductas agresivas y rabietas severas y persistentes.
Relaciones hostiles y distantes.
Estado permanente de alerta.
Conducta sexual explícita, juegos y conocimientos inapropiados para su edad.
Conducta de masturbación en público.
Niño que evita ir a casa.
Retrasos del desarrollo físico o emocional.
Conductas antisociales.
Falta de cuidados médicos básicos.
En los padres
Parecen no preocuparse por el niño.
No acuden a las citas ni reuniones del colegio.
No acuden a las citas regulares del médico.
No administran las medicaciones adecuadamente.
Desprecian y desvalorizan al niño en público.
Abusan de sustancias tóxicas.
Ofrecen explicaciones ilógicas, contradictorias...
Son demasiado severos.
EN EL NIÑO
Señales físicas repetidas (morados, magulladuras o quemaduras).
Falta de higiene o ropa inadecuada para la época del año.
Cansancio o apatía permanente.
Cambio significativo en la conducta escolar sin motivo aparente.
Conductas agresivas y rabietas severas y persistentes.
Relaciones hostiles y distantes.
Estado permanente de alerta.
Conducta sexual explícita, juegos y conocimientos inapropiados para su edad.
Conducta de masturbación en público.
Niño que evita ir a casa.
Retrasos del desarrollo físico o emocional.
Conductas antisociales.
Falta de cuidados médicos básicos.
En los padres
Parecen no preocuparse por el niño.
No acuden a las citas ni reuniones del colegio.
No acuden a las citas regulares del médico.
No administran las medicaciones adecuadamente.
Desprecian y desvalorizan al niño en público.
Abusan de sustancias tóxicas.
Ofrecen explicaciones ilógicas, contradictorias...
Son demasiado severos.
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