Ir al médico será pronto una expresión antigua, porque en la consulta, en el quirófano o en la puerta de urgencias habrá muchas más posibilidades de encontrarse a una médica o a todo un equipo femenino con algún hombre.
La feminización de la medicina es un fenómeno mundial, pero en España es mucho más acusada que en los países con los que se suelen comparar las estadísticas. Por ejemplo, en el 2004 las médicas sumaban en Estados Unidos algo más del 28%; en Gran Bretaña, el 37%; algo más en Francia, y en Italia, el 35,3%. En España ya se iba por el 44,1%, y en colegios de médicos como el de Barcelona, hoy el 47% son mujeres, y más jóvenes que sus colegas.
Pero donde la feminización es más arrolladora es en las facultades: un aplastante 74%. "Cuando yo fui a la facultad apenas éramos el 20%, la clase era de chicos; mi hijo es hoy minoría en las aulas, la clase es de chicas", reflexiona la endrocrinóloga Carme Valls, investigadora sobre la influencia del sexo en los más variados aspectos de la salud.
"Las mujeres se han incorporado al mercado laboral a través del servicio a los demás, y la medicina, como el magisterio, son claros exponentes", abunda la nefróloga Pilar Arrizabalaga, estudiosa del fenómeno de feminización. "A principios de siglo XX se hablaba del maestro. Hoy, de la maestra. Cada vez se verá más la medicina femenina".
En el ejercicio profesional, hay diferencias importantes entre especialidades. Por ejemplo, hay pocas urólogas y menos cirujanas que cirujanos. Pero la situación cambia: "Antes podíamos distinguir entre especialidades que pedían más las chicas y las que pedían más los chicos", cuenta el director de docencia del Clínic, el neumólogo Robert Rodríguez Roisín. "Ahora, sobre todo a partir del 2006, son tantas las chicas, que si tienes dos plazas de MIR, lo normal es que las dos sean chicas". Aunque recientemente detectan un importante aumento masculino procedente de otros países. "La masculinización de nuestros MIRes mayoritariamente de países latinoamericanos".
La feminización es fenómeno sometido a estudio desde hace unos años. Incluso hay observatorios específicos en el Ministerio de Sanidad y hasta en la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM). Y entre las conclusiones de esos múltiples estudios, muchas son favorables. Por ejemplo, en el ámbito asistencial, las médicas están más valoradas que sus compañeros porque sus consultas duran más tiempo, son más cuidadosas en el trato, tienen un estilo de comunicación más llano, cálido y afable, están más atentas a considerar aspectos emocionales y socioculturales de sus pacientes... Un modo distinto de conseguir información y participación del enfermo. Lo que les ha permitido obtener mejores niveles de control en diabetes (según un estudio británico). Y por todo ello se las valora mucho en la medicina primaria y en las compañías de seguros, porque tienen menos demandas.
Las valoraciones menos favorables citan, en cambio, una cierta funcionarización de la medicina: las médicas prefieren la primaria frente al hospital, trabajar en un solo centro frente al doblete y defender su vida familiar frente a la entrega sin fin. Así, la mayoría de las médicas trabaja en centros de atención primaria, mientras que los médicos lo hacen en hospitales. "Es cierto que hay una decantación a favor de la tarea asistencial, pero esa es la principal tarea de un médico, o médica", alega Pilar Arrizabalaga.
La mayoría de los médicos trabaja en más de un centro, mientras que la mayoría de las médicas lo hace sólo en un sitio. Y mientras las facultativas viven solas, dedican más horas que ellos al trabajo remunerado, pero la situación se invierte a partir del momento en que viven en pareja. Y se acentúa cuando tienen hijos.
"Creo que esa mayor valoración de la calidad de vida es un fenómeno generacional, más que de sexo", opina el director docente del Clínic, Rodríguez Roisín. "En las conversaciones entre los residentes sale el tema con frecuencia: "es mejor hacer cirugía en tal ciudad porque se gana igual y la vida es más barata" o "ni hablar de tal sitio, porque pagan menos las guardias", o "se hacen pocas" o "demasiadas"...".
¿Tiene menos valor la profesión cuando se feminiza? En Gran Bretaña se llamó la atención sobre la disminución del valor profesional cuando es mayoritariamente ejercida por mujeres. "La carrera no es menos poderosa; al contrario, cada vez ganará más poder. Y son las mujeres las que van a liderar en este sector, un cambio necesario", señala la doctora Mayte Lázaro, directora del Observatorio de la Mujer Médico. Asu juicio, se avecinan cambios derivados del fenómeno. "Los valores que abundan en las mujeres, como el tesón, la capacidad organizativa o las habilidades sociales, van a ser el motor que cambie la sanidad actual".
De momento se nota poco. Como pasa en tantos otros ámbitos, también en la sanidad "hay en las posiciones de mando una ausencia llamativa de mujeres, que no se corresponde con el número de profesionales", recuerda Arrizabalaga. La tijera estadística: hombres y mujeres cruzan su predominio a la hora de liderar equipos.
Pero donde la feminización es más arrolladora es en las facultades: un aplastante 74%. "Cuando yo fui a la facultad apenas éramos el 20%, la clase era de chicos; mi hijo es hoy minoría en las aulas, la clase es de chicas", reflexiona la endrocrinóloga Carme Valls, investigadora sobre la influencia del sexo en los más variados aspectos de la salud.
"Las mujeres se han incorporado al mercado laboral a través del servicio a los demás, y la medicina, como el magisterio, son claros exponentes", abunda la nefróloga Pilar Arrizabalaga, estudiosa del fenómeno de feminización. "A principios de siglo XX se hablaba del maestro. Hoy, de la maestra. Cada vez se verá más la medicina femenina".
En el ejercicio profesional, hay diferencias importantes entre especialidades. Por ejemplo, hay pocas urólogas y menos cirujanas que cirujanos. Pero la situación cambia: "Antes podíamos distinguir entre especialidades que pedían más las chicas y las que pedían más los chicos", cuenta el director de docencia del Clínic, el neumólogo Robert Rodríguez Roisín. "Ahora, sobre todo a partir del 2006, son tantas las chicas, que si tienes dos plazas de MIR, lo normal es que las dos sean chicas". Aunque recientemente detectan un importante aumento masculino procedente de otros países. "La masculinización de nuestros MIRes mayoritariamente de países latinoamericanos".
La feminización es fenómeno sometido a estudio desde hace unos años. Incluso hay observatorios específicos en el Ministerio de Sanidad y hasta en la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM). Y entre las conclusiones de esos múltiples estudios, muchas son favorables. Por ejemplo, en el ámbito asistencial, las médicas están más valoradas que sus compañeros porque sus consultas duran más tiempo, son más cuidadosas en el trato, tienen un estilo de comunicación más llano, cálido y afable, están más atentas a considerar aspectos emocionales y socioculturales de sus pacientes... Un modo distinto de conseguir información y participación del enfermo. Lo que les ha permitido obtener mejores niveles de control en diabetes (según un estudio británico). Y por todo ello se las valora mucho en la medicina primaria y en las compañías de seguros, porque tienen menos demandas.
Las valoraciones menos favorables citan, en cambio, una cierta funcionarización de la medicina: las médicas prefieren la primaria frente al hospital, trabajar en un solo centro frente al doblete y defender su vida familiar frente a la entrega sin fin. Así, la mayoría de las médicas trabaja en centros de atención primaria, mientras que los médicos lo hacen en hospitales. "Es cierto que hay una decantación a favor de la tarea asistencial, pero esa es la principal tarea de un médico, o médica", alega Pilar Arrizabalaga.
La mayoría de los médicos trabaja en más de un centro, mientras que la mayoría de las médicas lo hace sólo en un sitio. Y mientras las facultativas viven solas, dedican más horas que ellos al trabajo remunerado, pero la situación se invierte a partir del momento en que viven en pareja. Y se acentúa cuando tienen hijos.
"Creo que esa mayor valoración de la calidad de vida es un fenómeno generacional, más que de sexo", opina el director docente del Clínic, Rodríguez Roisín. "En las conversaciones entre los residentes sale el tema con frecuencia: "es mejor hacer cirugía en tal ciudad porque se gana igual y la vida es más barata" o "ni hablar de tal sitio, porque pagan menos las guardias", o "se hacen pocas" o "demasiadas"...".
¿Tiene menos valor la profesión cuando se feminiza? En Gran Bretaña se llamó la atención sobre la disminución del valor profesional cuando es mayoritariamente ejercida por mujeres. "La carrera no es menos poderosa; al contrario, cada vez ganará más poder. Y son las mujeres las que van a liderar en este sector, un cambio necesario", señala la doctora Mayte Lázaro, directora del Observatorio de la Mujer Médico. Asu juicio, se avecinan cambios derivados del fenómeno. "Los valores que abundan en las mujeres, como el tesón, la capacidad organizativa o las habilidades sociales, van a ser el motor que cambie la sanidad actual".
De momento se nota poco. Como pasa en tantos otros ámbitos, también en la sanidad "hay en las posiciones de mando una ausencia llamativa de mujeres, que no se corresponde con el número de profesionales", recuerda Arrizabalaga. La tijera estadística: hombres y mujeres cruzan su predominio a la hora de liderar equipos.
Situación opuesta
Las carreras tecnológicas aún son masculinas
La generación Facebook de mujeres no ha dado el salto a las carreras tecnológicas. Pese a que, como sus compañeros masculinos, han crecido inmersos en internet, las redes sociales y con un móvil al lado, la diferencia entre hombres y mujeres al elegir este tipo de estudios continúa siendo abismal. En España el 60% de los titulados universitarios son mujeres, pero en Informática y Telecomunicaciones sólo representan el 24% del total. Estos son algunos de los datos que se presentaron en un congreso internacional sobre brecha de sexos y tecnología celebrado esta semana en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Cecicilia Castaño, directora del programa de investigación sobre Mujeres y TIC del IN3 de la UOC, apunta a un conjunto de factores entre los que destacan los prejuicios y estereotipos de género. "Hemos hecho estudios en los institutos que confirman que ellas aún piensan que son más patosas que los chicos con la tecnología, incluso los padres ven raro que una chica elija hacer informática, por ejemplo". A los chicos que eligen humanidades se les continúa viendo como unas nenazas y a las chicas que se inclinan por el bachillerato tecnológico unas raras. En la empresa la situación no es mejor, advierte la investigadora. "Las mujeres que trabajan en tecnología lo hacen en un entorno masculino, y suelen estar sometidas a un escrutinio de su rendimiento y de su aspecto continuo, se les pide que se comporten como hombres".
La generación Facebook de mujeres no ha dado el salto a las carreras tecnológicas. Pese a que, como sus compañeros masculinos, han crecido inmersos en internet, las redes sociales y con un móvil al lado, la diferencia entre hombres y mujeres al elegir este tipo de estudios continúa siendo abismal. En España el 60% de los titulados universitarios son mujeres, pero en Informática y Telecomunicaciones sólo representan el 24% del total. Estos son algunos de los datos que se presentaron en un congreso internacional sobre brecha de sexos y tecnología celebrado esta semana en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Cecicilia Castaño, directora del programa de investigación sobre Mujeres y TIC del IN3 de la UOC, apunta a un conjunto de factores entre los que destacan los prejuicios y estereotipos de género. "Hemos hecho estudios en los institutos que confirman que ellas aún piensan que son más patosas que los chicos con la tecnología, incluso los padres ven raro que una chica elija hacer informática, por ejemplo". A los chicos que eligen humanidades se les continúa viendo como unas nenazas y a las chicas que se inclinan por el bachillerato tecnológico unas raras. En la empresa la situación no es mejor, advierte la investigadora. "Las mujeres que trabajan en tecnología lo hacen en un entorno masculino, y suelen estar sometidas a un escrutinio de su rendimiento y de su aspecto continuo, se les pide que se comporten como hombres".
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