Una mañana, Encarnación Lebreña se levantó y vio que no podía apenas andar, había perdido sus fuerzas y le era casi imposible articular palabra. Cuando su hermana la llevó al hospital, escuchó su diagnóstico. Con 60 años acababa de sufrir un ictus, una enfermedad del cerebro causada por un problema de la circulación sanguínea de la que nunca antes había oído hablar.
Como ella, entre 120.000 y 130.000 españoles padecen cada año un ictus, de los cuales unos 80.000 fallecen o quedan con alguna discapacidad. Una amenaza que, sobre todo, se cierne sobre las mujeres. "En ellas es más frecuente, provoca más muertes que ninguna otra enfermedad, se detecta más tarde que en los hombres y les deja peores secuelas", asegura José Álvarez, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología según un registro de 11.279 pacientes consecutivos atendidos en la Unidad de Ictus del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona. Así, con motivo del Día del Ictus, la campaña puesta en marcha este año lleva el lema "Un nombre, demasiadas caras", con el fin de advertir sobre el impacto que esta urgencia neurológica tiene en la mujer y la necesidad de mejorar en ella la prevención, detección y atención.
"Debido a que las mujeres son más longevas y a que el riesgo de ictus aumenta con la edad, es más frecuente que a partir de los 75 años les ocurra a ellas, así como entre los 15 y los 35 años, tramo que coincide con el nacimiento de los hijos", apunta este neurólogo, quien explica que el periodo de mayor peligro se localiza en el peripartum (dos días antes y uno después del parto) y en el puerperio (dos días a seis semanas después del parto). "Los factores de riesgo principales son la eclampsia —convulsiones durante el embarazo—, la preeclampsia —hipertensión inducida por el embarazo—, y las infecciones y las hemorragias obstétricas tras el parto", añade.
Además, las mujeres que sufren un ictus llegan más tarde al hospital que los hombres, lo que reduce las posibilidades de supervivencia y recuperación sin secuelas. "Se debe a que ellas presentan unos síntomas de alerta más inespecíficos, como sensación de adormecimiento y fatiga, y esto hace más difícil que la afectada reconozca el ictus; además, muchas mujeres son viudas y viven solas, por lo que tienen más problemas y tardan más en acudir", indica Álvarez.
Por último, este experto recuerda la importancia de seguir una dieta mediterránea, hacer ejercicio físico, no fumar y controlar los factores de riesgo cardiovascular para prevenir un ictus.
Como ella, entre 120.000 y 130.000 españoles padecen cada año un ictus, de los cuales unos 80.000 fallecen o quedan con alguna discapacidad. Una amenaza que, sobre todo, se cierne sobre las mujeres. "En ellas es más frecuente, provoca más muertes que ninguna otra enfermedad, se detecta más tarde que en los hombres y les deja peores secuelas", asegura José Álvarez, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología según un registro de 11.279 pacientes consecutivos atendidos en la Unidad de Ictus del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona. Así, con motivo del Día del Ictus, la campaña puesta en marcha este año lleva el lema "Un nombre, demasiadas caras", con el fin de advertir sobre el impacto que esta urgencia neurológica tiene en la mujer y la necesidad de mejorar en ella la prevención, detección y atención.
"Debido a que las mujeres son más longevas y a que el riesgo de ictus aumenta con la edad, es más frecuente que a partir de los 75 años les ocurra a ellas, así como entre los 15 y los 35 años, tramo que coincide con el nacimiento de los hijos", apunta este neurólogo, quien explica que el periodo de mayor peligro se localiza en el peripartum (dos días antes y uno después del parto) y en el puerperio (dos días a seis semanas después del parto). "Los factores de riesgo principales son la eclampsia —convulsiones durante el embarazo—, la preeclampsia —hipertensión inducida por el embarazo—, y las infecciones y las hemorragias obstétricas tras el parto", añade.
Además, las mujeres que sufren un ictus llegan más tarde al hospital que los hombres, lo que reduce las posibilidades de supervivencia y recuperación sin secuelas. "Se debe a que ellas presentan unos síntomas de alerta más inespecíficos, como sensación de adormecimiento y fatiga, y esto hace más difícil que la afectada reconozca el ictus; además, muchas mujeres son viudas y viven solas, por lo que tienen más problemas y tardan más en acudir", indica Álvarez.
Por último, este experto recuerda la importancia de seguir una dieta mediterránea, hacer ejercicio físico, no fumar y controlar los factores de riesgo cardiovascular para prevenir un ictus.
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