dijous, 4 de novembre del 2010

DONACIÓN - Cordón umbilical: su sangre vale más - Cualquier mujer embarazada sana puede donarla al dar a luz para futuros trasplantes



En pocos meses, cuando se hagan públicos los datos de donación y trasplantes de progenitores hematopoyéticos correspondientes a 2008, podremos saber si se ha cumplido uno de los puntos que establece el Plan Nacional de Donación de Sangre de Cordón Umbilical (SCU): incrementar cada año en 5.000 las unidades de SCU disponibles. De este modo, en menos de ocho años se alcanzarían las 60.000 unidades con las que se cubrirían las necesidades del 90 por ciento de los españoles.

Los últimos datos disponibles, correspondientes a finales de 2007, revelan que en los bancos españoles se conservan 28.800 unidades de SCU. No es nuevo que la sangre de cordón umbilical tiene grandes ventajas. Personas con enfermedades congénitas o adquiridas de la médula ósea, como leucemias agudas, están entre los principales destinatarios de este tipo de donaciones.

En nuestro país, los bancos de SCU trabajan en colaboración con el Registro Español de Donantes de Médula Ósea, que coordina las búsquedas tanto de donantes de médula ósea como de unidades de sangre de cordón. De este modo, la sangre del cordón umbilical almacenada puede ser empleada para la realización de un trasplante a cualquier paciente anónimo del mundo, sin otra preferencia que la compatibilidad más idónea.

A pesar de las reticencias de muchas mujeres para donarla, otras muchas demandan información. En principio, cualquier mujer embarazada sana puede hacerlo. La extracción se lleva a cabo durante el parto. Por eso, cuando una embarazada se plantee ser donante debe consultar en la maternidad en la que prevé dar a luz si existe esta posibilidad o informarse en el banco de sangre de su comunidad. La ONT ofrece en su página web (www.ont.es) un listado de centros.

Una vez tomada la decisión, deberá firmar el documento del consentimiento informado. En el centro se prepara el resto de la documentación necesaria: una historia clínica de la madre sobre enfermedades infecciosas o hematológicas, un análisis de sangre de la madre en el momento del parto y un examen clínico del bebé al nacimiento y después de los tres meses.

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