En Europa la depresión es la segunda causa de baja laboral tras las derivadas de afecciones coronarias. Un tipo específico de este trastorno es la depresión posparto, la cual suele definirse como una mayor vulnerabilidad que surge en la mujer tras el alumbramiento, y que se relaciona con la aparición de trastornos psicológicos.
Se considera que en torno a una de cada diez madres se ve afectada, siendo éste un porcentaje elevado. Son muchos los estudios realizados sobre este tema, y sin embargo no se han encontrado causas científicamente probadas que lo determinen.
La depresión posnatal presenta los síntomas a lo largo del primer mes tras el nacimiento del niño, pero puede manifestarse transcurridos seis meses. Si no se trata adecuadamente a través de terapia y medicamentos antidepresivos, puede cronificarse. Los cambios profundos de humor y en las actitudes sobre todo de sueño, apetito y energía, nos pueden ayudar a diagnosticar el desequilibrio. La madre refiere sentimientos de tristeza, irritabilidad, fatiga, insomnio, pérdida de apetito, ansiedad... y en general una sensación de desbordamiento. Sienten que de la noche a la mañana deben convertirse en 'supermujeres': cuidar de su hijo, responsabilizarse como madres inexpertas y cumplir en un periodo de tiempo corto con sus obligaciones laborales.
No tiene por qué relacionarse necesariamente, y en contra de lo que se suele pensar, con hijos no deseados ni 'malas madres'.
Los estudios revelan que se valoran como factores de riesgo el hecho de haber sufrido algún episodio depresivo previo, tener una historia familiar de depresión endógena o con sustrato bioquímico, sentir falta de apoyo familiar y por parte de la pareja, desarrollo de un embarazo y/o parto complicados y padecer estrés laboral.
Una causa que se baraja con asiduidad es la hormonal. Tras el parto los niveles de progesterona, estrógenos y otras hormonas relacionadas con la reproducción disminuyen drásticamente. Sin embargo las diferencias hormonales entre mujeres con y sin depresión puerperal no son significativas, por lo que sólo se puede concluir que en ciertos individuos existe más sensibilidad a estos cambios. El desajuste de los neurotransmisores del sistema nervioso o un origen genético tampoco se descartan como posibles desencadenantes.
Si estamos hablando, entre otras muchas, de causas sociales y ambientales que pueden originar este trastorno, ¿por qué hasta ahora sólo se ha mencionado a la madre como paciente de la depresión posnatal? En efecto, numerosos estudios ponen de manifiesto que el hombre también es susceptible de padecerla y en un porcentaje muy similar a la mujer.
Como en otros muchos trastornos, a pesar de que el mal sea el mismo, los motivos y las manifestaciones difieren en numerosos puntos en función del sexo del afectado.
Así, la mayoría de los padres están eufóricos tras el nacimiento. Esta sensación puede desaparecer si comienzan a sentirse desatendidos por su pareja, en esos momentos centrada en su bebé. Se ven desplazados e incluso refieren que se perciben menos deseados sexualmente o que observan desinterés sexual por parte de su pareja, lo cual desemboca en un sentimiento de frustración.
En las parejas actuales además existe una mayor demanda de la involucración paterna en las tareas domésticas y educativas, lo cual, al igual que en el caso materno, aumenta las posibilidades de desbordamiento psicológico.
Se considera que en torno a una de cada diez madres se ve afectada, siendo éste un porcentaje elevado. Son muchos los estudios realizados sobre este tema, y sin embargo no se han encontrado causas científicamente probadas que lo determinen.
La depresión posnatal presenta los síntomas a lo largo del primer mes tras el nacimiento del niño, pero puede manifestarse transcurridos seis meses. Si no se trata adecuadamente a través de terapia y medicamentos antidepresivos, puede cronificarse. Los cambios profundos de humor y en las actitudes sobre todo de sueño, apetito y energía, nos pueden ayudar a diagnosticar el desequilibrio. La madre refiere sentimientos de tristeza, irritabilidad, fatiga, insomnio, pérdida de apetito, ansiedad... y en general una sensación de desbordamiento. Sienten que de la noche a la mañana deben convertirse en 'supermujeres': cuidar de su hijo, responsabilizarse como madres inexpertas y cumplir en un periodo de tiempo corto con sus obligaciones laborales.
No tiene por qué relacionarse necesariamente, y en contra de lo que se suele pensar, con hijos no deseados ni 'malas madres'.
Los estudios revelan que se valoran como factores de riesgo el hecho de haber sufrido algún episodio depresivo previo, tener una historia familiar de depresión endógena o con sustrato bioquímico, sentir falta de apoyo familiar y por parte de la pareja, desarrollo de un embarazo y/o parto complicados y padecer estrés laboral.
Una causa que se baraja con asiduidad es la hormonal. Tras el parto los niveles de progesterona, estrógenos y otras hormonas relacionadas con la reproducción disminuyen drásticamente. Sin embargo las diferencias hormonales entre mujeres con y sin depresión puerperal no son significativas, por lo que sólo se puede concluir que en ciertos individuos existe más sensibilidad a estos cambios. El desajuste de los neurotransmisores del sistema nervioso o un origen genético tampoco se descartan como posibles desencadenantes.
Si estamos hablando, entre otras muchas, de causas sociales y ambientales que pueden originar este trastorno, ¿por qué hasta ahora sólo se ha mencionado a la madre como paciente de la depresión posnatal? En efecto, numerosos estudios ponen de manifiesto que el hombre también es susceptible de padecerla y en un porcentaje muy similar a la mujer.
Como en otros muchos trastornos, a pesar de que el mal sea el mismo, los motivos y las manifestaciones difieren en numerosos puntos en función del sexo del afectado.
Así, la mayoría de los padres están eufóricos tras el nacimiento. Esta sensación puede desaparecer si comienzan a sentirse desatendidos por su pareja, en esos momentos centrada en su bebé. Se ven desplazados e incluso refieren que se perciben menos deseados sexualmente o que observan desinterés sexual por parte de su pareja, lo cual desemboca en un sentimiento de frustración.
En las parejas actuales además existe una mayor demanda de la involucración paterna en las tareas domésticas y educativas, lo cual, al igual que en el caso materno, aumenta las posibilidades de desbordamiento psicológico.
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