diumenge, 31 d’octubre del 2010

XI CONGRESO ESPAÑOL DE SEXOLOGÍA Si faltan las ganas, que abunde la comunicación El diálogo es esencial contra la disfunción sexual femenina, que responde peor a los fármacos que la masculina



La falta de deseo es la preocupación más frecuente entre las mujeres españolas en lo que se refiere a salud sexual, por delante del vaginismo (la dificultad para realizar el coito) y la anorgasmia (la incapacidad para llegar al orgasmo). Así lo revela la última Encuesta Nacional de Salud. De hecho, entre el 30 y el 42 por ciento de las féminas presenta esta disfunción que puede complicar las relaciones de pareja y afectar a la calidad de vida. Los expertos reunidos del 30 de septiembre al 2 de octubre con motivo del XI Congreso Español de Sexología, organizado por la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), abordaron los orígenes y el impacto del trastorno por deseo sexual hipoactivo, así como el protocolo más adecuado a la hora de tratar a estas mujeres.

El origen de la disfunción sexual femenina puede ser muy variado. El director del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología (IASP), Francisco Cabello, asegura que en las pacientes tratadas en su centro "la primera causa de falta de deseo son los conflictos de pareja, en segundo lugar la existencia de una disfunción sexual previa —como vaginismo, anorgasmia, trastorno de excitabilidad, etc.—, los episodios depresivos y, por último, los problemas de carácter orgánico, como las alteraciones hormonales".

A estas razones se suma ahora otra que influye indirectamente: el complicado panorama económico actual. Según un estudio presentado durante el congreso, las personas desempleadas presentan mayor ansiedad y depresión que la población activa, algo que repercute en su vida sexual y agrava su desinterés hacia el sexo a medida que se prolonga el paro, especialmente a partir del tercer mes.



De la liberación a sentirse presionadas

En las últimas décadas se ha dado un cambio en la actitud de la mujer hacia el disfrute sexual. Sin embargo, para Cristina Corbellá, tesorera de la FESS, esta supuesta liberación ha introducido nuevas trabas en las jóvenes. "Hoy te encuentras mujeres muy presionadas por tener que ser sexuales, que sentir, que disfrutar. Para otra generación fue un alivio poder decir que todas ellas tenían derecho a gozar, pero eso se ha transformado casi en una obligación, un listón muy alto al que hay que llegar para funcionar bien como mujer", explica la sexóloga.

Esta presión que la mujer se autoimpone puede atenuarse si recuerda que, como sostiene el director de IASP, "el deseo es un derecho, no un deber". Así, el especialista recomienda a las féminas que no sufran por tener poco deseo sexual que no hagan nada. Por el contrario, advierte de que "si se sienten mal, si tienen conflictos de pareja o les genera angustia, deben consultar a un médico o psicólogo experto en sexualidad".



Un tratamiento complejo

Cuando no se trata de un déficit de deseo puntual, sino que se ha cronificado, los sexólogos recomiendan combatirlo combinando terapia médica y psicológica para un mayor beneficio en la vida de la paciente.

Mientras que en el caso del hombre ha sido posible corregir la disfunción eréctil, en la población femenina "la mayoría de las investigaciones llevadas a cabo hasta hace unos años revelan unos resultados pobres", admite Cabello. Algunas voces apuntan a que la diferencia en el éxito de los fármacos en ambos géneros está en que en la sexualidad de la mujer interfieren más los aspectos culturales y emocionales y el problema no se resuelve sólo recuperando la funcionalidad genital.

Por su parte, el sexólogo añade a la repercusión de estos dos factores en la baja eficacia de los tratamientos uno más: la menor trayectoria de las investigaciones en el campo de la disfunción femenina en comparación con la del hombre. En cualquier caso, lanza un mensaje positivo a las mujeres con bajo deseo sexual al asegurar que "existen preparados hormonales y algunos psicofármacos que se muestran eficaces aplicados a las personas adecuadas" y que "en la actualidad existen moléculas en investigación cuyos resultados preliminares son prometedores".

Pedir ayuda a un sexólogo constituye el segundo brazo del tratamiento contra el deseo hipoactivo. El diálogo en la pareja es esencial para superar el problema, de manera que el especialista suele dar la opción de acudir juntos a la consulta. "No tratamos a la persona, sino a la pareja. Es un tema de los dos que requiere técnicas tanto a nivel individual como a nivel de pareja", afirma Corbellá.



¿Hemos avanzado en cuanto a salud sexual?

En los últimos años se ha producido una evolución en la manera en que cada persona valora su propia salud sexual. Antes se consideraba que alguien estaba sano desde este punto de vista cuando era capaz de reproducirse. Ahora, según la sexóloga de la FESS Cristina Corbellá, "está habiendo un cambio en lo que se refiere al disfrute y conocimiento de la propia sexualidad", algo en lo que ha jugado un importante papel la figura del sexólogo como profesional cualificado que escucha y orienta a la pareja, ayudando a resolver sus dificultades.

Esta nueva manera de entender las relaciones sexuales ha surgido progresivamente en la sociedad pero no ha llegado acompañada de otros cambios también necesarios. El primero de ellos, sostiene Corbellá, es el de equiparar el papel de la mujer al del hombre. "Hay un doble código que hace que en el hombre todo lo que es sexual esté muy valorado, se considere muy masculino, y en la mujer sea poco femenino". Esta vara de medir distinta para unos y otras afecta aún a las relaciones íntimas y se traduce en vergüenza o incomodidad por parte de la fémina a la hora de iniciar y proponer en los encuentros.

El segundo gran error que debe resolverse es la falta de comunicación en la propia pareja. Los sexólogos denuncian que con frecuencia se omiten estos temas para no herir ni acomplejar al otro y lo que termina sucediendo es que quien ha detectado el problema se atribuya toda la culpa.

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